El olor a café

Voy por tierra camino Loja- Cuenca. Llevo conmigo una bolsa enorme con roscones para todos los compañeros de trabajo que me han amenazado sutilmente con no permitirme la entrada si llego con las manos vacías. 

He comprado además, café molido de MALACATOS. El olor y el viaje me transportan 5 años atrás cuando viajaba por los quehaceres de la tesis Zaruma- Quito. Quito -Zaruma. Siempre en bus. Siempre con café en la maleta. 

El café es un olor que lo impregna todo. Se pega en la ropa, en la tapicería del carro,  se pega en el cuerpo de las personas. Yo lo percibo y luego lo cargo en la punta de la nariz durante un largo rato. 

Es un olor que me produce sentimientos encontrados me revuelve un poco el estomago por lo fuerte que es, pero no me desagrada. Debe ser que el café de la zona sur del Ecuador es más fuerte, es como si cada pepa concentrara todo el sabor de la mata, crecen para aromatizarlo todo, y cuando se tuestan y muelen, mueren cumpliendo su objetivo esencial de expandirse en el todo. 


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