Un poco de risa para auyentar los días nublados...



Debo confesar que atravesar el umbral del hospital no fue tan terrorífico como yo pensaba, que las realidades que allí adentro se viven, lejos de ser distantes y monstruosicas como yo las pinte alguna vez, son muy similares a las de la vida de cualquiera. Que la batalla por la vida se da en cada rincón, en cada espacio donde exista fuerza y donde exista coraje. Que todos, absolutamente todos estamos constituidos de lo mismo y que adentro, bien en el fondo, todos tenemos el mismo miedo de sufrir y llorar, pero lo hacemos y luego nos reponemos y caminamos.

Mientras veo las caritas de cada uno de los niños de la sala de pediatría del hospital Eugenio Espejo, rompo por unos minutos mi promesa Clown, poseer la nariz y dedicarme solamente a hacer reír, utilizar esa diminuta mascara y transformar mi personalidad por toda esa jornada. Por unos pequeños instantes vuelvo a ser yo misma y me miro a través de los ojos de cada uno intentando descubrir su dolor, en algunos es muy fácil, en otros, lo que descubro es resignación y este último descubrimiento es el que más me lastima, porque siento que debo seguir intentando ya no hacer reír sino trasmitir a través de mi cuerpo, de mi alegría, y de mi vida ganas para no claudicar.


Hay una pequeña en el cuarto que da al lado izquierdo de la sala de pediatría, llamada Brithany, esta chiquita tiene apenas 7 meses y tiene en su brazo conectado un suero y en su nariz un tubo que le entrega oxigeno constantemente. Britanny no está dormida ni llorando, está sentada sobre su cama, con la ropita limpiecita y con una sonrisa y unos ojos muy atentos a lo que pasa en el lugar. Mira a los payasos y ríe a carcajadas, recibe con emoción los perritos en globos y trata con su manito agarrar las burbujas que una de las voluntarias le esta soplando.

Hoy, esta pequeñita me comprometió mucho, porque al mirarla pude ver ganas de vivir, ganas de jugar, de correr, de hablar. Britany jugó y disfruto como ningún otro niño la presencia de los voluntarios. Cuando tuvimos que partir sentí un deseo sobrecogedor de abrazarla y decirle Gracias!! porque aunque seas chiquitita, posees la capacidad de dejar entrar a las personas a tu vida, de regalar sonrisas sin mirar a quien se las das y de ser feliz con la simpleza de una tira de hule.

Y creo después de este pequeño divague, que lo que ando buscando en mis visitas al hospital no es reivindicarme conmigo misma, ni que la gente reconozca lo que hago, sino que estos angelitos me dejen ver dentro de ellos esas ganas y esa honestidad en su comportamiento diario, normal. Algo que escasea en mi vida real, donde la gente esconde cosas y engaña, utiliza lo peor de sí mismos para obtener beneficio y nunca piensa en nadie más que en si mismos. El ver a cualquier Britanny me da fuerzas porque me devuelve mi propia esperanza, la que a veces se me apaga, me otorga un respiro de alivio porque puedo ver a través de esos ojazos negros muchísimos sueños y utopías.....


A propósito de los domingos de voluntariado.. algo que escribir cuando regresé del primer día..

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